NO ES MIO, PERO ME HUBIERA GUSTADO...

Había podido observar, en su experiencia, que su vida no guardaba en sí novedad alguna en tanto acción comparativa con la de otros hombres. Sus dichos, acciones y consecuencias eran espejo de otras pasadas y anticipo inevitable de las por venir. Ya que ninguna originalidad podía incorporar con sus actos al decurso de la historia, la asunción de tal realidad lo había sumido inicialmente en un estado de depresión que prontamente recibió la calma anestésica de la resignación. Sin embargo, algo lo llevó a proponerse modificar su actitud ante tal circunstancia y advirtió entonces que esto sí implicaba la buscada novedad. Entonces encontró que lo irrepetible y original era justamente su propia existencia a despecho de vidas paralelas que si bien podían resultas parangonables no eran la propia. Entonces aprendió a discernir lo que era sentir y fue feliz. (Amergin)